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Terapia Infantil: Celos entre hermanos
Los celos entre hermanos son una dificultad que los niños sufren con mucha frecuencia dentro de las familias y que se solucionan muy facilmente si los padres colaboran en la terapia.
Un hermano es para toda la vida y si la relación es buena, supondrá un apoyo determinante para siempre.
Los sentimientos de celos aparecen de manera natural en los seres humanos y forman parte de una etapa normal y necesaria para el desarrollo evolutivo de los pequeños ya que les ayuda a entender el mundo y una vez superada, les impulsa a madurar.
La rivalidad entre nuestros hijos existe porque existimos nosotros, los padres. Compiten desde que nacen por nuestro amor y por hacerse un lugar en la familia. Esta competencia es a veces más sutil y otras más abierta, depende del momento y de la edad. Mientras rivalizan por nuestro amor, aprenden muchas cosas.
A lo mejor no nos hemos dado cuenta de que somos parte de la ecuación, pero es así casi siempre: el fin oculto de muchas peleas es conseguir que nos decantemos o demos la razón a uno, quieren ser el favorito. Por eso nuestra respuesta es fundamental a la hora de llevar este asunto a buen puerto. Podemos reforzar su rivalidad o ayudarles a manejarla para aprender de ella. Por desgracia, la mayoría de las veces reforzamos la rivalidad sin darnos cuenta .
¿Qué no debemos hacer?
No funciona buscar al culpable
Aunque lo intentemos con ecuanimidad, es inútil. Si entramos en esa dinámica ("a ver, quién empezó, qué hiciste tú, y entonces tú cómo respondiste"), solo conseguiremos que ellos intensifiquen las peleas ... ¡con la esperanza de ser elegidos inocentes!
No funciona tomar partido
Eso sí que es echar leña al fuego. Y una gran fuente de injusticias. Porque, además, en el fondo jamás sabremos quién empezó o qué pasó. A lo mejor quien llora es el pequeño, pero quizá empezó provocando con un gesto sutil, sabedor de que cuando grita acudimos y regañamos a su hermano. O al revés. A lo mejor el mayor provocó al pequeño con serenas y calculadas palabras ("no jugaré jamás contigo"), y este, que aún no se sabe controlar, le ha pegado. "¡Mamá, me ha pegado!" , gimotea el mayor, que en realidad no es tan mayor.
Para que los niños abandonen la senda de generar situaciones problemáticas, no hemos de decantarnos, ni participar. "Si los padres intentan averiguar quién ha tenido la culpa o no permiten que sus hijos aprendan a resolver sus propios conflictos , las peleas, en lugar de remitir, se intensificarán", afirma el pediatra Berry Brazelton en su libro "Cómo atenuar la rivalidad entre hermanos" (editorial Medici).
No funciona negar o inhibir la agresividad
" Venga, haced las paces ", dice a menudo la madre de Pablo y Javi, sin querer saber más. Nuestra cultura reprime la agresividad. Pero eso solo la alimenta.
¿Cómo actuar durante la pelea?
No podemos desaparecer para que no se peleen, ni dividirnos, ni siquiera podemos ni debemos tratarlos exactamente igual, porque son diferentes. Pero podemos responder a su rivalidad de forma que su conflicto les sirva para crecer y aprender . ¿Cómo? Brazelton ofrece algunas claves:
Cálmate
Porque esta situación puede despertar, a su vez, toda nuestra agresividad . Y si respondemos con agresividad da igual el contenido del discurso, solo avivamos el fuego.
Separa a los niños
Hace falta cierta distancia, física y emocional, para afrontar la situación.
Siéntate con ellos
En una actitud no de juez, sino de observador, sin tomar partido por ninguno de ellos ni intentar encontrar culpables.
Muestra comprensión hacia ambos
Y aliéntalos para que cada uno asuma su parte de responsabilidad en el conflicto . Eso es lo que les ayudará a madurar. Por ejemplo, cuando acudimos al cuarto del mayor, vemos al pequeño llorando y al grande abrazando su juguete. "No me deja jugar, siempre quiere mis juguetes", dice el mayor. ¿Cómo mostrar comprensión y dejarles hacerse cargo de la situación?
Al mayor podríamos decirle: "Sé que es duro querer jugar solo y que no te dejen; a lo mejor podrías marcharte en lugar de pegar". O mejor: "¿Qué podrías haber hecho en lugar de pegar a tu hermano ?". Y al pequeño: "Comprendo que te mueres por jugar con tu hermano , pero si dice que no, debes hacerle caso". Podemos actuar de muchas formas, pero siempre ayudándoles a encontrar la responsabilidad de cada uno en el conflicto. Sería mejor si verbalizaran su responsabilidad. Quizá es mejor que al principio lo hagamos nosotros y después ellos.
Casos especiales
Hay situaciones que requieren que prestemos más tiempo y atención a un hijo que a otro. Ocurre, por ejemplo, cuando uno de ellos está enfermo , y no nos damos cuenta de que el otro sigue teniendo necesidades. Integrar es siempre la mejor solución: integrar al hermano enfermo en la vida familiar y al sano en los cuidados de su hermano. También es importante buscar momentos diarios significativos y de exclusividad con el hermano al que dedicamos menos atención.
Hay una premisa que subyace en cualquier situación de rivalidad: no hay suficiente para todos. Es un prejuicio, un valor neolítico sobre el que aún se sustenta nuestra sociedad, según el antropólogo José Antonio de Marco. Por eso, transmitirles que hay suficiente amor para todos hará la rivalidad más llevadera. Lo transmitimos evitando compararlos o tomar partido por uno u otro, atendiendo a cada uno en sus necesidades, mostrando que les aceptamos en sus diferencias .
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