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Terapia Infantil: Miedo y Fobias

DESCRIPCIÓN. ¿EN QUÉ CONSISTEN LOS PROBLEMAS DE MIEDOS Y FOBIAS?

Nos dedicamos a ti. En Pozuelo desde 1997.

Centro Sanitario autorizado por la Comunidad de Madrid. Consulta de Psicología nº CS9146 - Aviso Legal AtenPsi

 

 

 

 

 

 

DESCRIPCIÓN. ¿EN QUÉ CONSISTEN LOS PROBLEMAS DE MIEDOS Y FOBIAS?

Es muy habitual que los niños desarrollen miedos muy variados. La mayoría son pasajeros y corresponden a una edad determinada. Hay un pequeño porcentaje de miedos de esa época que persisten con intensidad elevada que acaban convirtiéndose en problema, ya que impiden llevar una vida normal.

El miedo es una emoción natural que cumple su cometido. El miedo hace de alarma psicológica. Las situaciones que provocan amenaza y nos ponen situación de peligro provocan temor. A su vez el miedo evita correr riesgos innecesarios. Si no tuviésemos miedos nos convertiríamos en unos temerarios; nos asomaríamos a la vía de un tren porque no nos da miedo y las consecuencias podrían ser fatales.

Los miedos son respuestas instintivas y universales, sin aprendizaje. Los miedos innatos se pueden agrupar en varias parcelas:

Miedo a los estímulos intensos.

Miedo a los estímulos desconocidos.

Miedo a la ausencia de estímulos (por ejemplo, la oscuridad).

Miedo a estímulos que han sido potencialmente peligrosos para la especie humana.

Miedo a las interacciones sociales con desconocidos.

 

DIFERENCIAS FOBIA VS. MIEDO

Cuando el miedo se convierte en algo desproporcionado y desadaptativo se transforma en una fobia.

•  Desproporcionado: El objeto temido no es amenazante, o si llegase a provocar un ligero desasosiego, la reacción es exagerada.

•  Desadaptativo: La intensa reacción produce malestar, grandes preocupaciones y síntomas desagradables físicos (mareos, nauseas...); además altera nuestra vida cotidiana y la de los que tenemos cerca.

•  Además el miedo no puede ser eliminado racionalmente. Suele estar fuera del control voluntario. No son específicas de una edad concreta. Son de larga duración.

 

Para distinguir una fobia de un miedo es que la conducta sea apropiada a la situación. Así, si estoy en la playa y hay fuerte marejada, puede dar miedo. Lo lógico sería salir del mar. Eso sería miedo al mar revuelto. En cambio, una fobia sería tener pánico a meterse al agua un día tranquilo y en zona en donde no cubre.

En la infancia es más difícil distinguir entre miedo y fobia. Muchos miedos son pasajeros y con el tiempo el niño aprende a superarlos. Para que sea una fobia tiene que tener una duración mínima de 6 meses. Hay que tener además en cuenta la edad del niño. Los miedos más importantes en relación a la edad del niño son:

 

MIEDOS TÍPICOS DE CADA EDAD

•  0-1 años: estímulos intensos y desconocidos. Miedo a los extraños.

•  2-4 años: miedo a los animales y las tormentas.

•  4-6 años: oscuridad. Brujas y fantasmas. Catástrofes. Separación de los padres.

•  6-9 años: daño físico. Ridículo.

•  9-12 años: accidentes y enfermedades. Mal rendimiento escolar. Conflicto entre los padres.

•  Relaciones interpersonales. Pérdida de autoestima.

 

La madurez emocional del niño hará que estos miedos vayan desapareciendo progresivamente.

 

FOBIAS

Fobia específica

Son temores fóbicos circunscritos a un elemento concreto, aunque tampoco es infrecuente encontrar niños con varias fobias.

Algunas de estas fobias concretas pueden interferir notablemente en el transcurso diario de la vida del niño o de sus familiares. Una fobia a animales , como el perro, puede hacer que el niño de largos rodeos para llegar a su destino con tal de no encontrar un perro por el camino, al igual que perderse planes atractivos por temor a la aparición de dicho animal. Una fobia a médicos puede conducir a que no se lleven con regularidad determinados chequeos preventivos. Estas fobias tienden a disminuir o desaparecer con la edad, por la maduración neurológica y por el aprendizaje directo u observacional.

Fobia escolar

Es un rechazo continuo que el niño experimenta al ir a clase por algún temor relacionado con la escuela. Hay que distinguirla de la vagancia y de la ansiedad de separación. Suele ocurrir entre los 3-4 años y entre los 11-12 años, o cuando se producen cambios como cambio de ciclo o escuela. En los más pequeños el suele ser repentino y en los más mayores suele ser más progresivo.

Su manifestación se suele dar con quejas más o menos difusas, trayendo una cierta desgana cuando se tiene que ir al colegio, pudiendo degenerar en una negativa rotunda de acudir a la escuela.

Viene acompañada o precedida por síntomas físicos ansiosos como nauseas, temblores, palpitaciones, problemas abdominales, palidez. También viene con sensaciones y percepciones de que va a haber consecuencias negativas al ir a la escuela como miedo a ser ridiculizado, castigos del profesor. Finalmente se puede dar una relación muy dependiente con la madre y surgimiento de temores indeterminados como miedo a la oscuridad o a los ruidos.

El niño va atender a evitar la situación intentando poner excusas para no ir al cole, o en caso de no tener más remedio que ir, poder escaparse de las clases o no participar en nada. Cuando no se está en la escuela, el niño se comporta otra vez bien. Suele ir asociada a depresión y baja autoestima.

Trastorno de evitación

Es parecido a la fobia social en adultos. Es un trastorno poco frecuente. Hay un exceso de evitación de contacto con personas desconocidas, dando problemas en las relaciones sociales con los compañeros de juego o de clase. A su vez, hay un desmedido deseo de afecto y atención de uno mismo hacia los demás.

Suelen ser niños inseguros, tímidos, con poca confianza y poco asertivos. Esto pude llevar a tener dificultades para obtener las habilidades sociales necesarias para relacionarse de manera adecuada con el entorno, pudiendo llegar al aislamiento social y a la depresión.

Fobia a la Oscuridad

El miedo a la oscuridad es algo normal. Es una respuesta aprendida biológicamente por nuestros antepasados, en donde la oscuridad conllevaba una situación de inferioridad y peligro. Actualmente, en las sociedades urbanas es un estímulo inocuo. El miedo surge alrededor de los dos años. En su inicio y mantenimiento interviene el aprendizaje. Un ejemplo típico es la asociación de la oscuridad con sueños aterradores. El niño, asustado, reclama la presencia de sus padres; estos acuden, encendiendo la luz para calmarlo, generando una asociación de luz-padres- seguridad y otra de oscuridad-pesadillas-miedo. También el miedo a la oscuridad lleva detrás unas ventajas como atención, diversión o dormir en la cama de sus padres. Además, el aprendizaje se puede dar por observación: los niños ven a otros con miedo a la oscuridad y el temor se empieza a contagiar (típico entre hermanos) o al ver películas de miedo en donde las escenas más atemorizantes se dan de noche o con poca luz. Otra manera de aprender el miedo es por la transmisión de información, como en los cuentos fantásticos.

La fobia a la oscuridad es un patrón de respuestas emocionales negativas (miedo o temor), psicofisiológicas (corazón acelerado, sudoración, tensión muscular.), motoras (encender la luz, taparse entero en la cama, correr a la habitación de los padres.) y cognitivas (creer que hay monstruos en la habitación, que le ha pasado algo a los padres, que hay alguien acechando.), en situaciones de oscuridad (total o parcial) que resultan desproporcionadas y desadaptadas (berrinches, no ir a dormir a casa de alguien.).

Capítulo aparte son las pesadillas, que pueden influir en el inicio y mantenimiento de una fobia a la oscuridad. Las pesadillas son sueños terroríficos que despiertan a la persona desde la fase REM, llevándole a un estado de vigilia en el que puede recordar detalladamente el sueño. Suelen ser sueños largos que se van haciendo cada vez más angustiosos hasta terminar en un despertar. Los temas más recurrentes suelen afectar al temor a ser dañado físicamente o a que su autoestima sea atacada (fracaso personal).

Las pesadillas provocan sufrimiento personal, vienen acompañadas de de una intensa y prolongación sensación de miedo, y a veces, de activación vegetativa. Además hay que añadir fatiga, falta de concentración, somnolencia, irritabilidad, preocupaciones. posteriores, debidas a los despertares o a los miedos a dormirse. En el niño puede acabar en miedo a dormir, fobias a la oscuridad, problemas para irse a la cama, dificultades para dormir, etc., terminando por afectar a la vida familiar.

Las pesadillas suelen estar unidas a ansiedad por experiencias nuevas o tensión psicosocial o la angustia producida por las demandas que se dan en determinadas etapas evolutivas (entrenamiento en el uso de WC, por ejemplo). Los miedos típicos de la edad pueden verse reflejados en sus ensoñaciones. También hay factores ambientales que pueden influir en la aparición de pesadillas, como la vuelta al colegio, problemas familiares, etc. Una vez instaurado el problema, éste se podría mantener por un exceso de atención de los padres, o la evitación de actividades que no le agradan, por ejemplo.

Hay que señalar que se pueden dar los terrores nocturnos, también conocidos como "pavor nocturnus". Son despertares bruscos que van acompañados de gritos, llantos y evidente estado de agitación. Mientras dura el episodio, no es posible tranquilizar al niño. Sensación de miedo patente. Suelen aparecer durante las dos primeras horas del sueño. Después el niño se duerme y no recuerda nada al día siguiente o si se vuelve a despertar otra vez en esa misma noche.

 

TRATAMIENTO

Las técnicas usadas para estos trastornos son parecidas a las destinadas a adultos. Las diferencias están más en el procedimiento y en las características del niño. Aunque vamos a exponerlas por separado lo normal es la utilización conjunta o sucesiva de ellas.

La ayuda de los padres, profesores o hermanos mayores será vital muchas veces, ya que muchas de las técnicas aprendidas serán aplicadas en el entorno del niño, por lo que se les enseñará y entrenará.

 

Técnicas de exposición

Es el tratamiento más eficaz a la hora de abordar conductas de evitación en trastornos fóbicos.

Busca eliminar el reforzamiento negativo de las conductas de evitación y de escape (como alivio momentáneo.); habituar al niño a esos estímulos que le dan miedo pero que son inofensivos y, por último, hacer que cambien las expectativas temerosas del niño.

La exposición se puede hacer en vivo o imaginada. La primera es mucho más eficaz que la segunda. La exposición imaginada es útil en niños mayores en que la exposición en vivo es de difícil aplicación o como modo de enganchar al niño para que luego haga la exposición en vivo.

La mejor manera de aplicar la exposición es sin apenas acompañamiento (desde la distancia). El objetivo es reducir la dependencia del niño y propiciar el mantenimiento de los resultados terapéuticos.

La autoexposición debe conllevar metas alcanzables, identificación de las conductas problemas, la practica regular de la autoexposición, así como la planificación de contratiempos.

Los coterapeutas deberán estimular la mayor independencia del niño. Es importante también registrar los avances que servirán al niño de motivación y de conocimiento de lo que hay que seguir mejorando.

Es necesario que esta terea se haga atento, de manera regular y en un tiempo prolongado (1 hora), que no debe concluir hasta que la ansiedad haya bajado considerablemente. Todo esto debería lograr la habituación a la situación temida y la desconfirmación de las expectativas temidas (la situación no era para temerla tanto).

Una técnica importante es la Terapia de Juego y Escenificaciones Emotivas. A través de narraciones e imágenes emotivas, se le van a ir sirviendo modelos atractivos al niño, que poco a poco van resolviendo los mismos temores que padece él.

Otra técnica que se usará serán las autoinstrucciones, en donde se enseña al niño a usar un lenguaje interno que refuerza las conductas adaptativas, además de guiarle en los pasos que tiene que dar para superar ese temor. Esta técnica fomenta la independencia y el autocontrol.

Las técnicas anteriores se pueden ver complementadas por ejercicios de respiración y relajación muscular adaptada a infantes. Todo lo anterior estaría condicionado por las características individuales del niño.

* Nota: La información facilitada en este portal es sólo de carácter orientativo. Recuerde que únicamente el profesional de la salud está capacitado para efectuar un diagnóstico.

 

 

 

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